martes, 11 de junio de 2013

PORQUE TE QUIERO TE GOLPEO


Los noticieros se encargan de mostrarnos constantemente un mundo violento: ladrones que roban y no les importa matar, mujeres asesinadas por sus parejas, chicos abusados por sus profesores, automovilistas que atropellan y dejan tirados como perros a sus víctimas, personas golpeadas por su apariencia o religión, muertos por narcotráfico y un sin numero de atrocidades. Pareciera que la violencia se ha duplicado. Nos sentimos más vulnerables que en otros tiempos. La maldad que se esconde en la propia casa, en la esquina, arriba de una moto, saliendo del banco, en un colectivo o en los rincones más impensados pasa indefectiblemente por nuestras retinas. No creo que todo tiempo pasado fue mejor. Los medios de comunicación y las redes sociales brindan un nuevo espacio para gritar, para sacar de las sombras lo que nos pasa, para mostrar la realidad que siempre existió pero a la cual no teníamos acceso. Tampoco quiere decir que cuando aparece otra noticia que desplaza estos hechos y no se ven más en la pantalla, dejen de producirse.
La violencia siempre habitó la historia de la humanidad. Es generada por diversas razones, pero las consecuencias siempre son las mismas: humillación y dolor en el cuerpo y en el alma, y hasta la muerte.
Existe la violencia empapada de poder y dinero. Las ligas grandes juegan en esta categoría. En un principio son lejanas, no tocan ni cruzan nuestros mundos. Pero un día nos mezclamos y caminamos codo a codo con esa gente que vive en mansiones y pasea en autos importados manchados de vidas que ya no están. Quizás una bala en un shoping o viendo un partido de fútbol impacte en nuestro cuerpo sin entender porqué. ¿Dónde está el Estado? ¿Quién nos protege?
Y están los que juegan en las ligas más pequeñas de la sociedad, los marginados, quienes roban y matan por un celular o algunos pesos. Sin objetivos en su existencia. Menosprecian sus propias vidas y, más aún, las vidas de los otros. Subsisten. Hacen lo imposible para emborracharse y drogarse. Tal vez de esa manera junten sentido al estar y un poco de coraje. El coraje que necesitan par transitar este planeta injusto y desequilibrado.

Muchos de nosotros fuimos protagonistas o testigos de algún tipo de violencia por discriminación. Nadie está exento. Mujeres, niños, negros, judíos, musulmanes, de derecha, de izquierda, homosexuales, bolivianos, paraguayos, feos, gordos, lindos (porque ahora los lindos también la ligan), anteojudos, narigones, discapacitados… distintos. Pareciera que es inherente al ser humano. ¿Quizás por miedo a lo diferente, a lo que no sabemos ni conocemos? Pero justamente porque uno es un humano y posee un cerebro grande, es dueño de comprensión, inteligencia y creatividad y puede utilizar un lenguaje verbal debería ser capaz de dominar y combatir ese sentimiento. Sólo se necesita educación y tolerancia desde chiquito. Uno da lo que recibe, lo que conoció en su infancia, y lo más probable es que vuelva a repetir el modelo.
Quien no haya recibido algún tipo de violencia que tire la primera piedra. Creo que nadie podría tirarla. Al salir a la calle a cumplir con la rutina deberíamos abrir el paraguas para protegernos de la cantidad de gotas violentas que llueven por doquier. Esquivar la caca de los perros, la basura taponando los desagües pluviales, subir a un tren, piquetes, calles cerradas sin ninguna lógica, peatones y conductores a los gritos, semáforos invisibles, falta de respeto, inundaciones por desidias políticas son algunas de las cuestiones que nos toca vivir a los porteños. Estamos todos involucrados en este tipo de violencia, que parece poca cosa, pero que horada nuestro ser de a poco, todos los días. Nos acostumbramos. Es así.
Si bien todas las expresiones de violencia son condenables y en en el camino son lastimadas y asesinadas personas y familias, muchas de ellas inocentes, la violencia producida por seres queridos o por personas en quien confiamos no entran en mi cabeza. No entiendo esa violencia que se ejecuta en nombre del AMOR. Qué contradictorio, ¿no? ¿En qué piensan esos maestro que abusan a niños? ¿Qué se le cruza por la cabeza cuando un hombre (aunque también hay mujeres) quema a su supuesta amada? ¿Se perdieron los lazos de sangre en un padre que golpea con furia a un hijo hasta dejarlo inconsciente o muerto? ¿Cómo es posible que una persona pretenda poseer a otra como si fuera un jarrón o una mesa? ¿Dónde está el instinto de preservación de la especie?
Recuerdo que hace unos diez años, en el subte, me acerqué a un puesto de diarios y, para matar el tiempo mientras esperaba, leí distraídamente las tapas y los titulares. Una noticia me angustió: una nena de doce años quedó embarazada después de que fue abusada por su abuelo. Quedé con la mente en blanco pensando en mi hija, que en aquella época también tenía doce años. Llegué a mi trabajo y no pude concentrarme. Escribí en un pedazo de papel un esbozo de cuento, que después resultó ser SERPIENTES.
El tema de la violencia muchas veces se ha mezclado en mi escritura como una especie de venganza literaria contra todos aquellos que ejercen su poder y su fuerza POR AMOR..

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