lunes, 8 de abril de 2013

Estambul, La ciudad

ESTAMBUL, marzo del 2013
Llegamos a Turquía por Turkish Airlines, que desde diciembre tiene un vuelo directo a Buenos Aires víga San Pablo. La compañía resultó tener un muy buen servicio, amables, puntuales y la comida riquísima.Premiada dos veces como la mejor empresa de aviación europea.
Nos alojamos en Sultanahmet, a unas cuatro cuadras del hipódromo. Todas las mañanas lo cruzábamos y nos deleitábamos con la Mezquita Azul y Hagia Sofía.
K1024_DSC_0599      K1024_DSC_0611
Mezquita Azul                                               Hagia Sofía
Recomiendo el hotel Basileus por la gente, una atención que excede su trabajo. Un día nuestro avión salió muy temprano y nos abrieron el restaurante a las 6.30. Estábamos solos, con un plato frente a nosotros lleno de quesos, fiambres, Nutella, mermeladas y muchas cosas ricas. Otra vez nos armaron una vianda para que comiéramos en el aeropuerto. Si nos perdíamos, nos comunicábamos con ellos y nos pasaban a buscar adonde fuera. Los sentí muy cercanos, hasta nos llamaban por nuestros nombres de pila.  La única contra es que debíamos subir una loma empinada. Pero como Estambul está construido sobre colinas es bastante frecuente encontrar calles así.Al llegar a Buenos Aires, nos mandaron un mail de agradecimiento:
“First of all we would like to thank you for choosing our beautiful country for your holiday. We hope you arrived home safely without having any problem. It was privilige for us to meet you, know you chat with you and it will always be special for us. We would like you to remember there is a house for you and there are close friends in Istanbul, Turkey. It will be special honour for us If there is anything we can do. Please let us know like you say to your real friend .We are proud of showing that we are representative hospitable culture, mentality as each of us coming from hospitable family roots and we are happy to show you in every occassion which is vitally importantly for us.
We hope you didn’t have any problem during your stay at our hotel and during spending your time in Istanbul.
We set our hearts on and dedicated ourselves to hospitality and caring our guest by receiving strength from our guests, friends like you  and the idea of eternal friendship. We hope and believe your kindness and understanding will  support us in every aspects and we will always appreciate your support.
Thank you for your contribution in our faith in hospitality and friendship.
Even if it is a moment of having a tea or coffee together we will be in hope of welcoming you again.
God be with you”

Basileus Hotel Team, Your friends
Se habla mucho si conviene alojarse en Taksim (el barrio moderno) o Sultanahmet (el barrio histórico y conservador). Es verdad que en Taksim hay más movimiento de gente (mucha pero mucha), de restaurantes, bares, pero a mi criterio, es como alojarse en Cabildo y Juramento. Sultanahmet es respirar Turquía. Volvería a ir a Sultanahmet, la avenida del tranvía, que queda ahí nomás, está llena de restaurantes para comer a la noche y sin ese agobio de personas.
taksim
Taksim
Estambul posee la particularidad de formar parte de Europa y Asia. No sé por qué pero el tomar un barco saliendo de las costas de Europa y, en tan sólo 15 minutos, llegar a Asia nos produce fascinación. Es una ciudad mágica donde los aromas, colores y sonidos se mezclan y cautivan nuestros sentidos. Ambas orillas están separadas por el Bósforo, un estrecho que comunica el Mar de Mármara con el Mar Negro. A su vez, la región europea está dividida por el Cuerno de Oro, que desemboca en el Bósforo, y unida por varios puentes, siendo el más conocido por los turistas el puente Gálata.

cuero de oro
Cuerno de Oro, Puente Gálata y Torre Gálata
Durante la época Otomana, sultanes y gente adinerada construyó sus palacetes y mansiones a orillas del Bósforo. Tras su caída, aquellas edificaciones de madera cayeron junto al imperio.


bosforo 
                                                                                                                          “Pasear  por el Bósforo en vapor, en motora o, como hacía en mi niñez, en barca, te proporciona el placer de atisbar Estambul casa por casa barrio por barrio, y de ver a lo lejos una figura fantasmagórica eternamente cambiante"  
K1024_DSC_0044 Orhan Pamuk           

“Estambul, ciudad y recuerdos”
Escritor turco, nacido en Estambul en 1952, ganador del Premio Nobel de Literatura 2006.


Bizancio, Constantinopla, Istambul, Estambul es una ciudad que tiene miles de años. A lo largo de su historia, todos se la disputaron. Griegos, romanos, bizantinos, latinos, otomanos quisieron apoderarse de ella como una joya. Y, en 1923, Ataturk dejó atrás a los sultanes, príncipes, visires, bajás otomanos y proclamó la República de Turquía. Ataturk fue el primer presidente de la República. Hizo reformas profundas que convirtieron a Turquía en un país moderno y más europeo, que transformaron por completo la vida de sus habitantes.Hoy encontramos sus fotos esparcidas por la ciudad y todo  lleva su nombre: estadios de fútbol, puentes, calles, avenidas, aeropuertos, monumentos, museos...
Podemos apreciar estos cambios en boca de Orhan Pamuk en su obra Estambul, ciudad y recuerdos:
“Primero se disolvió el cuerpo de jenízaros, uno de los temas favoritos de los viajeros occidentales hasta el siglo XIX. El mercado de esclavos, que tanto había interesado a aquellos, desapareció (…). Los monasterios de los derviches rufai, que se clavaban pinchos por todas partes, y de los mevlevíes, tan del gusto a los observadores occidentales, se cerraron en la República. La vestimenta otomana que tanto habían dibujado los pintores occidentales dejaron de usarse (…) Y el harén, uno de los temas favoritos de los autores occidentales, ya no existe. Setenta y cinco años después de que Flaubert le dijera a su querida amiga que haría que los calígrafos del Gran Bazar escribieran su nombre, toda Turquía pasó del alfabeto árabe al latino (…)”
Entre los cambios más radicales se encuentran la separación del estado y la religión y la promoción de los derechos de la mujer, que hasta ese momento no podían votar, ni trabajar, ni tener una vida política activa. También cambió todo aquello que recordaba el estilo oriental de Turquía: reemplazó el abecedario árabe por uno latino, instauró el calendario gregoriano, occidentalizó la ropa y cambió el viernes como día de descanso por el domingo.
Esta reforma representó un cambio en los valores, las  costumbres y la vida cotidiana del pueblo turco, que se sintió derrotado y melancólico por todo lo perdido. Como si el Estado se hubiera metido dentro de los roperos, para elegir su ropa o, que de la noche a la mañana, se hubieran transformado en analfabetos. A esto hay que agregarle, un empobrecimiento de la población. Un declive de la ciudad de Estambul, que todavía hoy se puede apreciar metiéndose por las callecitas y viendo las casas de madera, que todavía quedan en pie, destruidas  e incendiadas.
                    K1024_DSC_0125                        
“Los muros de los viejos edificios de pisos y de las mansiones de madera derruidas alcanzan, gracias a la falta de cuidados y de pintura, un color específico de Estambul y despiertan en mí una amargura y una apetencia por la observación que me agradan mucho (…). Siento como si la oscuridad de la noche fuera a cubrir la pobreza de la vida, las calles y los objetos.  (…)”
           Orhan Pamuk                                                           

K1024_DSC_0953 

El tránsito es un tema aparte. La geografía y la edificación de la ciudad no ayudan a facilitar la circulación de la gran cantidad de autos que existen. Las calles son muy angostas y empinadas, prácticamente no hay veredas. Los conductores no respetan las leyes viales: estacionan donde quieren, en bocacalles, sobre las veredas, frenan en mitad de la acera para comprar algo o buscar a alguien, sin importarles que obliteran la locomoción tanto de peatones como de coches. Hernan con tranviaTodas las vías son de doble mano, y como hay lugar para un solo coche, se acelera para adelante y para atrás de la misma manera.
Los tranvías no esperan para arrancar a que las personas terminen de cruzar o se corran.
Por tales motivos, me sentí tensa caminando por las calles. No así con el tema de seguridad personal, ni siquiera tuvimos la sensación de correr peligro alguno cuando nos perdíamos en zonas no turísticas.
El transporte público es muy bueno y simple. Se compra una tarjeta de prepago, como la SUBE, en unas máquinas llamadas Jeton-Matik, y con ella se pagan los colectivos, tranvías, barcos y funiculares. Nosotros casi siempre viajábamos en tranvía.


Las callecitas de Estambul tienen un no sé qué…

K1024_DSC_0179K1024_DSC_0868K1024_DSC_0866K1024_DSC_0670K1024_DSC_0668
K1024_DSC_0648K1024_DSC_0641

La comida es bastante picante para nuestro paladar, pero tienen mucha voluntad en solucionar el tema. Una vez probamos unos platos de comida y, como picaban, nos levantamos, nos fuimos y, encima, nos pidieron disculpas. No me imagino en Buenos Aires está situación, creo que nos tirarían las sillas por la cabeza.  Prácticamente no hay comida internacional, siempre caes en las bamias, los niños envueltos con hojas de acelga, el humus de berenjena o garbanzo, los zuccinis rellenos, los fasulis (unos porotos), el kebab, los meat balls, el shwarma. Más de una vez fuimos a unos locales que exhibían la comida y elegís con el dedo: es riquísima y la ves.
Lamentablemente era muy temprano cuando fuimos a Gálata, no pudimos saborear el pescado fresco que venden en los negocios debajo del puente. Todos están de acuerdo que hay que comerlos y tener mucho cuidado con las espinas.
Imposible de perderse los manjares dulces repletos de frutas secas. En todas las cuadras hay negocios que los venden. Y, si uno se anima, hay que probar las castañas asadas en los puestitos de la calle. Nosotros no lo hicimos porque el olor es un poco fuerte y desagradable. Tampoco hay que perderse el jugo de granada y, si es mezclado con naranja, mucho más rico. 
K1024_DSC_0684

K1024_DSC_0060 (2)

Hay una comida típica (lástima que no recuerdo el nombre), una especie de carne picada que se sirve dentro de vasijas de barro, el mozo rompe la vasija en la mesa y se come allí mismo.

Nos llamó la atención el caramelo líquido de colores flúo que el puestero enrolla en palitos (como un chupetín), los rocía con limón y ¡listo! También venden azúcar en forma de hebras con el mismo gusto que nuestros copos de azúcar o “de algodón“ como yo los llamaba cuando era chica.
K1024_DSC_0056K1024_DSC_0104 (2)K1024_DSC_0105 (2)
Yo recomiendo pasar, al menos, cinco días para meterse en las profundidades de Estambul.
¡Vale la pena visitarla!











No hay comentarios :